Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con deslumbrante maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un https://imogenvhhl394562.snack-blog.com/38679599/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006